TERESITA

Con los primeros vestigios del otoño

una bella flor a este mundo llegó.

Era como blanca paloma

que, con su primer llanto,

a todos cuantos la vieron, ya encandiló.

De nombre le pusieron Teresa

como a la gran maestra Avilesa

Amante del Divino Amor,

paseándolo por toda España

con dignidad, talento y devoción.

 

Es Teresita de ilusiones manojo,

de bondades y de inocencia,

pasando por la vida sin enojos

soportando todas sus inclemencias.

En los avatares de su vida

muchos oficios ha realizado.

En tierras húmedas del norte,

muy cerca de donde nació,

fue profesora erudita

y muchos fueron los que aprendieron

sus enseñanzas impartidas,

con profesionalidad y amor.

 

Tiempos de fraticida guerra vivió.

Pero con humildad y abnegación,

como un ángel redentor,

de un lado a otro, en cualquier rincón,

su ayuda sin reservas entregó.

 

A ser artista consagrada llegó,

y creando su propia compañía,

fue llevando a los lugares la alegría,

con el arte de su baile y de su voz.

Muchos amores quisieron entregarle

y ella misma se los negó.

En ese mundo de tantos oropeles,

su integridad humana nunca sucumbió.

Y fue empresaria audaz y valiente

en un sistema aún muy machista,

en el que supo salir adelante

con su maestría y su tesón.

 

Dama entre las damas,

coqueta y femenina.

Ahora que peina sus canas

vuelve a tener alegrías,

y con su humildad de violetas

es escritora y poetisa.

Por ser como es, ella misma,

por todos sus amigos es querida.

Y tan sólo queda decir,

aunque mucho más sin decir quedó,

que, de la bella Asturias un ángel voló,

Teresita Vázquez Zapico,

para quedarse en la Tierra del Sol.

 

© J.E.C.L.    30-9-2004