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Ahora nuestra casa está desierta,

nuestro hogar para siempre se ha perdido

porque sin pensar hemos decidido

no dejar al amor la puerta abierta.

 

No se le pone al río una compuerta

y con la tuya a mí me has retenido

como yo siempre a ti te he mantenido

como rosa que está sobrecubierta.

 

No se para en la vida al caminante,

pues cambia por completo su destino

quedando con sus despojos errante.

 

Y es mucho más tremendo el desatino

el arrancar la rosa tan brillante

queriéndola  enterrar en tu camino.

 

© J.E.C.L. 19-2-2007