Quisiera ser eterna primavera,
y rodearte con mis brazos desnudos,
como si de un jardín florido fuera
en el cual te hubieras perdido.
Embriagarte con el dulce aroma de las rosas
de mi cuerpo desprendido,
y hablarte pausadamente,
sintiendo en tus oídos mis palabras,
como trinos de aves primorosas
que en mi interior
se hubieran escondido.