LLAMADA

No quiero que la bendita lluvia.

Ni tampoco que el austero viento,

se lleven esta melancolía

que me corroe por dentro.

 

Esta melancolía absurda

que me abate día a día

por llevarte en el pensamiento,

en horrible agonía.

 

No quiero que la más oscura noche

me cubra con su bello manto,

haciendo que en mi mente

sean verdades las mentiras.

¡No! No quiero oír de las sirenas el canto

que me arrastren hasta tu orilla.

 

No quiero que nadie me proponga

que olvide todas mis penas,

ya que son el gozo de mi alma

y el fuego que corre por mis venas.

¡Tan sólo yo!...

Me impongo mi condena.

 

© J.E.C.L. 11-2-2004

 

(VER POEMA EN IMAGEN)