INCONGRUENCIAS

 

Así son las obras mías

que no causan muchos daños.

Pasarán algunos años

para conocer mis días.

 

Si al saberlas no te cansas

ni tu rostro queda triste,

puedes decir que venciste

y con ello tú descansas.

 

Nunca sabrás de mi nombre

aunque no cueste creer

que pude ser de una mujer,

o quizá también de un hombre.

 

Sólo sabrás que yo sufrí

por usar el pensamiento,

y a pesar del sufrimiento

a nadie le pertenecí.

 

Sé decir como se adora

que por algo tengo un alma,

pero no llevé la palma

ni una cruz más de una hora.

 

Si lo pienso es porque vivo

conservando todo mi honor,

y nada más tengo un señor

sin llegar a ser cautivo.

 

Mis amores yo no olvido

y mi orgullo veo crecer,

que siendo como he de ser

no he de ser aborrecido.

 

En mi mundo tú no cabes

ya que, sin querer, me ofendes,

porque crees que tú lo entiendes

y aunque quieras, no lo sabes.

 

Nunca soy lo que parece

ni me muevo por antojos.

Creo lo que ven mis dos ojos

y hago lo que me apetece.

 

Si no fueras como jueces

y creyeras tan sólo en mí,

serías todo lo que perdí

y te amaría así con creces.

 

En este mundo desigual

comportarme he como un señor,

entregando todo mi amor

si no he de causar ningún mal.

 

Guardo cosas de mi sentir

ocultas en el olvido.

Muchas a las que he querido

y a ninguna querer servir.

 

Una que fue el alma mía

a quien más he querido yo

que, por vivir me aborreció

y a la que quiero todavía.

 

Queda en mi pecho la herida

y mis recuerdos son plenos

con todos esos venenos

que me ha otorgado la vida.

 

© J.E.C.L. 12-9-2005