SUEÑOS PERDIDOS

Desde hacía ya tiempo, en las madrugadas, le estaba ocurriendo cada noche lo mismo. Se despertaba bruscamente envuelto en un sudor frío que recorría todo su cuerpo, y por más que lo intentaba no conseguía recordar absolutamente nada de lo que habría estado soñando que tanto le atormentaba, haciéndole cada vez el despertar más amargo y siempre con aquella misma sensación de angustia y miedo.

Con esa sensación se levantó de la cama y se dirigió hacia el baño. Abrió el grifo del lavabo y dejó correr el agua quedándose como embobado observando como se deslizaba y se perdía por el desagüe formando un pequeño remolino. Aquello fue como si en aquel momento todo el mundo se hubiera detenido ante él. Como si toda su vida se hubiera colocado en medio de aquel remolino de agua siendo tragada por la oscuridad hacia la nada. Su mente había quedado en blanco. Se miró en el espejo y al verse reflejado, unas lágrimas brotaron de sus ojos deslizándose por sus mejillas.

Su imagen reflejada empezó a sonreírle y en ese preciso momento empezó a sentir como su cabeza se llenaba de voces y de imágenes perdidas. Aquellas imágenes de los recuerdos del ayer y todas aquellas voces de personas que se habían introducido en tan poco tiempo que parecían estar siguiendo los senderos de su cerebro perdiéndose por las calles de su memoria para volver a regresar, trayéndole muchos recuerdos de días pasados.

No era la primera vez que le pasaba. Aquellos pensamientos no le llegaban a su mente de una forma cronológica. Se le mostraban aleatoriamente en el tiempo como si fueran  de un lugar a otro. Algunos de aquellos recuerdos se repetían con insistencia.

Siguió mirándose en el espejo y su imagen continuaba sonriendo. No apartó la mirada durante unos minutos hasta que vio como su rostro cambiaba de expresión empezando a llorar. Y fue en ese intervalo de tiempo, en esos escasos minutos que, sin saberlo, había encontrado una paz interior que hacía tiempo echaba de menos. Pero se había dado cuenta de la dolorosa realidad por la que estaba pasando al darse cuenta de quien era y lo que había sido. Fue un instante nada más y su mente se volvió a nublar con los recuerdos del pasado. Todos ellos, junto con los sueños, se habían vuelto a fundir en uno sólo en su mente arrastrándolo de nuevo hacia un vacío de voces.

Oyó una voz lejana  que no le era del todo desconocida procedente de la habitación, que le decía que volviese a la cama y que todavía era muy temprano para estar levantado.

Salió del cuarto de baño y dirigiéndose a la habitación se volvió a meter en la cama donde con los ojos abiertos, muy lentamente, se fue perdiendo en su pesadilla invisible.

Junto a él, su esposa, cariñosamente le pasa una mano por la cabeza y comprueba por el despertador de la mesita de noche que todavía falta algo más de tres horas para que, el autocar del centro de día para enfermos de Alzheimer, pase a recogerlo.

 

© J.E.C.L.  20-9-2005

 

SOBRE UNA IDEA DE FÉLIX CÁRDENAS DÍAZ

 

DEDICADO A TODOS LOS ENFERMOS DE ALZHEIMER Y FAMILIARES