DE SOLEDAD, OLVIDO Y MUERTE


En esta interminable y oscura noche, me encuentro atrapado entre estas cuatro paredes frías, y es ahora, cuando me doy cuenta de lo horrible que puede llegar a ser la soledad. Esta soledad que me hace profundizar en mis recuerdos. En esos retazos de la vida que van y vienen como destellos fugaces de cosas que creía olvidadas que, de repente, aparecen sin saber por qué. Como esos sueños que, al despertar, hemos olvidado por completo pero que, en cualquier otro momento volvemos a recordar con todo lujo de detalles. Y esos recuerdos, durante mucho tiempo por mí olvidados, me hacen descubrir nuevas facetas de mi yo interno, de mi forma de actuar por el paso de la vida.

Atrás han quedado años de lucha para conseguir unos absurdos bienes terrenales por querer estar en un estatus más alto en una sociedad aún mucho más absurda. Bienes de los cuales he sido desposeído como a tantos les ha ocurrido antes que a mí, y a tantos otros les estará sucediendo y sucederá.

Me doy perfecta cuenta que no estoy solo. Que a mi alrededor, hay muchas otras personas que se encuentran en mi misma situación sumidos en su soledad, sin posibilidad de comunicarse.  Y al igual que yo, esperando a que llegue esa muerte silenciosa que, a todos, tarde o temprano, nos ha de llegar.

Sé que han pasado infinidad de días. Más años de los que puedo recordar, envuelto siempre por esta profunda oscuridad y con la única compañía de esos recuerdos. Mis recuerdos.

Al principio, recibía visitas frecuentemente que, con el paso del tiempo, se fueron espaciando hasta que dejaron de hacérmelas. Ahora ya nadie se acuerda de mí. Es posible que, mi soledad, haya provocado en ellos el olvido, o que, con el paso del tiempo, hayan acabado todos atrapados por su propia soledad y estén atormentados por sus propios recuerdos como lo estoy yo.

Hasta mí llega una pequeña luz que, poco a poco, se va haciendo más extensa. Se hace cegadora y me siento como arrastrado hacia ella. ¿Habrá algo más después de que nos llegue la muerte silenciosa?... Me pregunto… ¿Hay algo más cruel que el estar años y años encerrado dentro de este reducido habitáculo notando como el cuerpo se va descomponiendo y teniendo la conciencia viva?

Sigo siendo arrastrado hacia esa luz cegadora que, seguramente, me llevará hacia otro mundo de tinieblas más aterrador, depositándome sobre un montón de cuerpos descarnados y desmembrados con conciencia propia.

                  ©   J.E.C.L. 2-5-2005