EL MANANTIAL

No hace mucho,

teniendo un arrebato de nostalgia,

volví a nuestro manantial escondido

donde antaño, se solazaron nuestras almas.

 

Entre gruesos troncos de altos pinos

por cuyas copas el  viento susurraba,

protegido por zarzales, madroñales y bellas jaras

y escuchando de las pequeñas aves sus trinos,

por el resquicio de dos recias y enormes rocas

por la naturaleza casadas 

para cobijo del tierno musgo,

es por donde la vida manaba,

llevando en su  viaje, 

bajo la cúpula de verdes ramas,

aromas de tomillo, romero y retama.

 

¡Así es como lo recordaba!

 

Ahora, en un último y  oculto paso,

dulce y suavemente,

apenas ya mana.

Quedan las lágrimas de aquellas rocas

por las que amargamente resbalan,

al ver lo corrupto por donde pasan.

 

Se escucha el silencio…

en las difuntas copas quemadas.

El viento en su congoja, 

reverente...

Calla.

 

 

© J.E.C.L.  26-8-2003