A ESA LUNA TESTIGO DE MIS SENTIMIENTOS

SUFRIMIENTOS

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis sentimientos.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

Si no es a ti.
¿A quién cuento mis sufrimientos?
Si no es a ti.... ¡Dime!
¿A quién se los cuento?

Durante el largo día,
fuego en mi pecho ardiendo.
Ímpetu de mar bravío
en continuo movimiento.

Procuro evitar emociones.
Escondo mis sentimientos.
Controlo mis reacciones.
Olvido mis pensamientos.

Mas llega la noche serena
y tan sólo a ti encuentro,
para hacerme compañía
en tan crítico momento.

Sentado en dura roca
mirando el firmamento,
siento tal pesar en mi alma,
que hunde mis fundamentos.

Dos perlas nacaradas
de mis pupilas manan,
que tu luz ilumina
al deslizar por mi cara.

Es la pena encerrada
que arrastra la amargura
de los deseos de ahora,
y de vivencias pasadas.

Por mis mejillas resbalan
esas diminutas dagas,
que en mi corazón se clavan
como gélidas espadas.

¿Por qué lloro?.... Te pregunto.
Tú miras, y callas.
Y tan sólo iluminas
la palidez de mi cara.


DESALIENTOS

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis sufrimientos.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

Si no es a ti.
¿A quién cuento mis desalientos?
Si no es a ti.... ¡Dime!
¿A quién se los cuento?

¿Quién provoca en mí
tan extraños sentimientos?
Mucho tiempo ha, dormidos.
Nuevamente ya despiertos.

No es atlético mancebo.
Ni es hermosa doncella.
Son esos ojos sinceros
con reflejos de estrellas.

Es su melena dorada
que a veces vela su cara,
y con gesto amanerado
hacia atrás separa.

Son esos finos labios
salpicados de luceros.
Es la pícara sonrisa
que ilumina esa cara.

Son sus blanquecinas manos,
suaves, casi heladas.
Son sus dedos alargados
que tocan como espadas.

Son sus dos lunas rosadas
con montículos de lava,
en correcta simetría
en su pecho ubicadas.

Es su espalda moldeada.
Recta, fina, alargada.
Acabada correctamente
en sus nalgas bien formadas.


DESEOS

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis desalientos.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

Si no es a ti.
¿A quién cuento mis deseos?
Si no es a ti.... ¡Dime!
¿A quién se los cuento?

¿Quién provoca en mí
esos deseos que siento?
Mucho tiempo ha, perdidos.
Nuevamente ya encuentro.

No es la hermosa Venus.
Ni es Adonis perfecto.
Es ese cuerpo humano,
causa de mis sentimientos.

Son esos ojos marrones
con sus fugaces destellos,
que al mirarme fijamente
creo perderme en ellos.

Es esa luz de su alma
que a través de ellos veo,
la que mi espíritu altera,
y siempre, después lo calma.

Son esos labios de fuego
los que besar yo quisiera.
Abrasándome ya luego,
si ellos se resistieran.

Con un roce en los míos
descubriría mi cielo.
Saborearía, uno a uno,
todos sus oscuros luceros.

Es esa sonrisa risueña
como de niño travieso.
Es esa sonrisa amarga
de adulto avieso.

Ambas ellas me embargan
de amor y desconsuelo.
De amor, cuando las veo.
Desconsuelo, por dejarlas.

Son esas sus manos blancas,
gélidas al yo rozarlas.
Que entre las mías he tenido,
y he notado abrasarlas.

Las colmo de amor interno
emanado de mi alma.
Después, al retirarlas,
sé que he sabido gozarlas.

Esas dos rosadas lunas,
con mis dedos poder tocarlas.
Notar como me queman
sus montículos de lava.

¡Cuántas veces al mirarlas
mis sentidos se nublaban!
Mas contenía mis deseos
de besarlas, y besarlas.

¡Y su espalda!.... ¡Oh Dios!
¡Su espalda moldeada!
Muchas veces he reprimido
el impulso de acariciarla.

Sentir su tacto suave
en mis manos ya quemadas,
y deslizarlas dulcemente
hasta sus nalgas bien formadas.

No sé si son albas o rosadas.
Ahí no llegó mi mirada.
Es el árbol prohibido
de la fruta inalcanzada.


AMARGURAS

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis deseos.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

Si no es a ti.
¿A quién cuento mis amarguras?
Si no es a ti.... ¡Dime!
¿A quién se las cuento?

¿Quién provoca en mí
tan grandes sufrimientos?
Mucho tiempo ha, tenidos.
Nuevamente ya los siento.

No es la temida Parca.
Ni es el horrible Erebo.
Es ese cuerpo humano,
causa de mis deseos.

Son esos ojos marrones
llenos de interno fuego,
y saber que no engañan
esos fugaces destellos.

Es su tímida mirada
en mí puesta fijamente,
que rebosando de deseo,
desvía a otros presentes.

Unas veces de reojo.
Otras descaradamente.
Ésa, que a mí me es negada,
me quema lentamente.

Son esos suaves labios
con sus oscuros luceros,
que otros ya han besado,
y por miedo yo no puedo.

Son sus blanquecinas manos
con sus dedos alargados,
que entre las mías he tenido,
y con temor he soltado.

Son esas sus lunas rosadas
con sus montículos de lava.
Néctar para otros labios,
y para los míos vetadas.

Es su espalda moldeada
de atlético efebo.
Por otras manos acariciada,
y que ni rozar me atrevo.

TEMORES

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis sufrimientos.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

Si no es a ti.
¿A quién cuento mis temores?
Si no es a ti.... ¡Dime!
¿A quién se los cuento?

No es por edad alcanzada.
Ni por buscar algo nuevo.
Es por ese cuerpo humano,
que a tocar no me atrevo.

Lo que por ese cuerpo siento,
por otro cuerpo él lo siente.
Quiere disimularlo,
pero es bien patente.

¡Ay!. Luna.... Luna....
¿Cómo decirle lo que siento?
Sin provocar sus desdenes.
¿Cómo expresarle mis sentimientos?

Si se los manifestara,
y por mi atrevimiento
de mi lado se apartara.
Eso, sería mi tormento.

¡Ay!. Luna.... Luna....
Testigo de mis temores.
¡Ay!. Luna.... Luna....
Cómplice de mis pensamientos.

¿Por qué lloro?.... Te pregunto.
Tú sigues mirando, y callas.
Y tan sólo iluminas
la palidez de mi cara.

©  J.E.C.L.